Roger miraba la televisión desde su oficina privada, en lo alto del edificio donde operaban algunos de sus negocios más importantes. Las imágenes de las noticias giraban una y otra vez: documentos filtrados, escándalos financieros, acusaciones públicas, y el nombre Lancaster retumbando como si fuera una marca de guerra.
Pero lo que realmente oscureció su semblante fue lo que vino después: el informe filtrado señalaba a Julio como la mente maestra detrás del caos. Roger apretó los dientes con furia. No era una jugada empresarial, no era un ataque comercial. Era personal. Julio no buscaba dinero. Julio quería venganza. Quería destruir a Nicolás.
Y todo… por odio disfrazado de amor.
Sin dudarlo, tomó las llaves de su coche y salió del edificio. Sus guardaespaldas lo siguieron, pero él les hizo una seña. Esto era algo que tenía que hacer solo.
Lo encontró apenas una hora más tarde. Julio almorzaba en un restaurante exclusivo de la ciudad, rodeado de una decoración moderna y ambiente sofis