Julio estaba sentado en una pequeña cafetería del centro, aquella que le traía tantos recuerdos. El olor del café recién hecho, el sonido leve de la máquina de espresso y el murmullo de las conversaciones le resultaban familiares. Justo allí, en esa mesa junto a la ventana, había tenido su primera cita con Nicolás. Todo era más simple en ese entonces, más dulce… más esperanzador. Pero el destino había sido cruel. No había tenido el final feliz que tanto había deseado. Nicolás lo había traicionado. Había elegido otro camino… y a otra persona.
Observó con atención la entrada, y cuando lo vio ingresar, una sonrisa cargada de ironía y amargura se dibujó en sus labios.
—Es bueno verte de nuevo —dijo con voz serena—. ¿Recuerdas este lugar?
Nicolás no respondió. Se quedó de pie unos segundos, observando a Julio con una expresión fría e imperturbable.
—¿Qué es lo que quieres? Me citaste aquí. Habla.
Julio bebió un sorbo de su chocolate caliente. Hacía algo de frío afuera, y el contraste con l