Esa noche, Lyra estaba más nerviosa por el primer día de trabajo de Kael que él mismo. Aunque la idea de ser un empleado común no lo entusiasmaba, quería darse la oportunidad de demostrar que no era simplemente un ciego inútil.
—Rose, ayúdame a empacar esto, por favor —pidió Lyra mientras guardaba algo de comida en una taza antes de cerrarla—. Con esto bastará.
Kael se encogió de hombros.
—Deberías empacar más. Trabajar me da hambre.
—Está bien, te pondré un poco más —respondió ella con un suspiro—. Pero, por favor, solo por esta vez… sé amable con todos. No gruñas, no le grites a nadie.
Kael bufó con desdén.—No te lo garantizo, no soporto la gente.
—Por favor, Kael, es importante que aprendas a relacionarte, solamente, se amable, o por lo menos no gruñas. —pidió nerviosa y empacó otro poco de estofado en una taza adicional.
—¡Como digas, Omega!
Rose soltó una risa sarcástica y negó con la cabeza.
—Lyra, le estás pidiendo demasiado a tu novio, necesitas un milagro. Kael no fue hech