Los aullidos de los lobos retumbaban a lo lejos, recordándole con inclemencia lo que alguna vez fue su hogar. La luna, testigo silente de su reinado, comenzaba a eclipsarse tras las sombras del amanecer, como si también ella renegara de su existencia.Kael avanzaba a tientas, guiado únicamente por el instinto salvaje que aún lo mantenía de pie. No veía. Apenas podía sostenerse. Sus pasos eran torpes, arrastrados, cada uno más doloroso que el anterior. Llevaba horas vagando, exhausto y completamente herido en todo su cuerpo.Pero, no era una herida física lo que lo había cegado, sino algo mucho más brutal: la traición. Artemisa su compañera destinada, lo había rechazado cuando más la necesitaba. Y con ese abandono, le impuso el castigo más despiadado que un alfa pudiera recibir: el olvido, la soledad, la humillación y la ceguera.Su manada, aquella por la que sangró y rugió, lo escupió como si nunca hubiera pertenecido. Lo desterraron, pisoteando su nombre, enterrando el legado del Alf
Leer más