—¡Mis amores! ¡Qué bueno verlos de regreso! —Rose extendió los brazos al ver a Kael llegar junto a los pequeños.
Él había optado por volver a aquel lugar que tanta felicidad le dio en el pasado.
—Gracias, Rose. ¿Cómo te sientes? —preguntó al tocar su frente, notando que estaba un poco caliente.
—Estoy bien, hijo, no te preocupes por mí. Me preocupa Lyra… ¿has sabido algo de ella?
Kael negó con la cabeza y se sentó, dejando escapar un suspiro cansado.
—No, mi querida Rose… pero sigo buscándola, y no descansaré hasta encontrarla.
Volvió al departamento que había compartido con Lyra. Todo seguía tal como lo habían dejado antes de regresar a la manada. Nada había sido tocado, ella siempre decía que debían tener un lugar al que volver, por si alguna vez deseaban vacacionar en la tierra de los humanos.
Había polvo acumulado en los rincones, pero el ambiente aún olía a cálido. El aroma de Lyra seguía impregnado en el aire, dulce y envolvente, como un rastro invisible que Kael reconocía al in