Isabella Collins descubre la traición más dolorosa: su esposo nunca la amó, le robó su herencia, le fue infiel y le arrebató a su hijo, haciéndole creer que había muerto. Ahora, despojada de todo y en la calle, Isabella está decidida a recuperar su vida y a su hijo. En su búsqueda, se topa con Sebastián Ashford, un hombre arrogante que desprecia el matrimonio y ve a las mujeres solo como un objeto de placer. Sin embargo, un escándalo lo obliga a buscar una esposa rápidamente y Isabella, con su persistente presencia, parece ser la candidata perfecta. Lo que comienza como un matrimonio por conveniencia se complica cuando Isabella descubre que el hijo de su nuevo marido, podría tener un vínculo inesperado con ella. ¿Podrá este arreglo lleno de secretos y desconfianza transformarse en algo real?
Leer másCAPÍTULO 1: ¡ACUÉSTATE CON ÉL!
“¡Escándalo de la alta sociedad! ¡El empresario Marcus Becker fue visto en un reconocido hotel de la ciudad, y se sospecha que su amante está embarazada!”El escándalo entre Marcus y su amante causó sensación en todas las redes y rompió el corazón de Isabella Collins, su esposa. Marcus Becker, era el presidente de Becker Grupo, y por eso casi todos los medios de comunicación estaban transmitiendo el escándalo.Isabella, estaba sentada en silencio en la mesa del comedor, sus oídos zumbaban y sus ojos cargados de emociones no dichas, miraron la pantalla del televisor por un momento. Sus manos ásperas y delgadas se aferraron a su ropa y, aun así, no pudo controlar el temblor de su cuerpo.Porque la mujer con la que su marido la estaba engañando, no era otra que su prima.Amanda.Cuando los padres de Amanda murieron, el padre de Isabella la recibió en la mansión y la trató como una hija más, Isabella jamás imaginó que su prima tendría el valor de robarle a su marido.― ¡Esta comida es un asco! ―la suegra de Isabella, le lanzó el plato aún caliente sobre su cuerpo y su rostro estaba rojo de la ira.Ella dejó apresuradamente los cubiertos y se apresuró a limpiar el desorden aun con el dolor de su piel quemada.―Lo siento, suegra, te prepararé otra cosa… ―balbuceó.Hizo todo lo posible por no llorar, pero las lágrimas eran tantas y no tardaron en deslizarse por sus mejillas.―¡Llorar! ¡¿Eso es lo único que sabes hacer?! ―Renata se puso de pie y caminó hacia ella y sin ningún remordimiento pisó una de sus manos ― No eres más que una inútil. Mi hijo cometió un gran error al casarse contigo ―la mujer hizo una mueca de desdén ―No sé qué vio en ti, pero solo eres una vergüenza para esta familia.―¡Ah, duele! ―Isabella se quejó ― Suegra por favor…―Mírate, incluso en este momento sigues siendo lamentable, una perfecta tonta ―Renata retrocedió e Isabella levantó la mano con rapidez. ―¡Incluso tu prima es más competente que tú! ¡No mereces estar al lado de mi hijo!Las palabras de la madre de Marcus, eran como cuchillos atravesando su pecho. Isabella había tratado por todos los medios ser una buena esposa y nuera. Pero nada lograba satisfacer las demandas de su suegra.―Suegra, ¿qué… que quieres decir con eso? ―ella la miró con algo de pánico, sintiendo una mala premonición en su corazón.Renata se agachó, la miró a los ojos y le sonrió.―¿Eres estúpida o te haces? ¡Ni siquiera has podido volver a embarazarte! ¡¿Y todavía quieres ocupar el puesto de esposa por el resto de tu vida?! Amanda está embarazada, ¡y mañana se mudará a esta casa para ocupar tu lugar!El corazón de Isabella latió a toda velocidad, su estómago se tensó y el dolor la lacero por dentro.―Suegra… ¿Cómo puede… como puede decir eso…? ―los ojos de Isabella estaban rojos por las lágrimas ―Yo… no es que no pueda embarazarme … Es solo que Marcus… ―las palabras salieron ahogadas.Después de la boda Marcus se había negado a tocarla, al principio le dijo que no quería lastimar al bebe y luego se excusó diciéndole que no quería afectar su cuerpo después de la pérdida del niño. Pero en el fondo sabía que él la rechazaba porque seguramente no le parecía deseable. Y hoy pudo comprobarlo con la noticia del escándalo.―No hay excusa que valga, Isabella. ―Renata se puso de pie y acomodo su vestido ―Mi hijo necesita un heredero y, ya que tú eres tan inútil para algo tan simple como eso… Pues que tu prima ocupe tu lugar.La brisa que soplaba desde la ventana no hizo que Isabella se enfriara tanto como lo estaban haciendo las palabras de su suegra. Aunque ella la ha estado tratando mal en los últimos seis años, e incluso la usa como sirvienta, jamás había sentido tanto dolor como ahora.―¡Tú eres la única culpable! Si no hubieras pretendido atrapar a mi hijo embarazándote, no se habría visto obligado a casarse contigo. ―Renata tomo la copa de agua de la mesa y camino hacia Isabella ― Y no conforme con eso… ¡Diste a luz a un niño muerto! ¡¿Y todavía pretendes seguir ocupando el lugar de esposa?! ¡¡No lo mereces de ninguna manera, así que solo espero que te vayas cuanto antes de mi casa!!Después de decir esto, le lanzó el agua en la cara y se fue, no sin antes darle una mirada de desdén. Isabella se quedó allí inerte, como si todavía no pudiera procesar lo que estaba pasando.Se había casado con Marcus hace seis años, pero ella no lo obligó en ese entonces, y no perdió deliberadamente al niño.En ese momento, el teléfono móvil sonó e Isabella lo sacó solo para ver qué se trataba de su marido. Fue inevitable que se emocionara y se pusiera nerviosa al mismo tiempo.Emocionada porque era la primera vez que la llamaba en seis años de matrimonio y nerviosa porque tenía miedo de que le dijera cosas tan crueles como las que acababa de decir su suegra.―Marcus, tú…― ¿Dónde estás? ― la voz fría y familiar interrumpió sus palabras.El corazón de Isabella se apretó y respondió.―Estoy en casa.―Ven a la habitación 208 del Hotel Hilton, tienes media hora.―¿Qué? Espera, ¿para qué…?Isabella intentó preguntar, pero antes de que pudiera decir algo, Marcus le colgó.No obstante, Isabella estaba de cierta manera acostumbrada a este tipo de trato de su marido y pensó que simplemente él estaba buscando un lugar tranquilo para explicarle el escándalo con Amanda, por lo que se le pidió que fuera al hotel.«Tal vez, no quiere divorciarse»Pensando esto, su corazón asustado se calmó y rápidamente, se arregló y se maquilló ligeramente antes de salir. Al llegar a la puerta de la habitación, Isabella apretó la correa de su bolso, respiró hondo unas cuantas veces y llamó a la puerta.No pasó mucho tiempo para que la puerta se abriera y su marido apareciera. Marcus llevaba una bata de baño del hotel y todo parecía indicar que acababa de bañarse. Cuando vio a Isabella, sus ojos se entrecerraron un poco y una mueca de insatisfacción apareció en sus labios.Ella iba a decir algo, pero la familiar y delicada voz de su prima vino desde el baño.―Amor, ¿está mi prima aquí?Las palabras de Isabella se quedaron atascadas en su garganta y los ojos se clavaron en su prima, quien también llevaba una bata de baño del hotel y su cabello estaba mojado. Amanda caminó detrás de Marcus, envolvió sus brazos alrededor de su cintura y la miró con burla.―Hola, prima, no te he visto en mucho tiempo.Isabella miró la escena frente a ella con asombro, la sangre de todo su cuerpo fluyó con rapidez y su garganta no podía emitir ningún sonido. Un nudo se formó en su estómago y pronto surgieron las náuseas.Sin embargo, la rabia también tomó control.―¡Amanda! Tú, ¿cómo… como te atreves? ¡¿Sabes que él es mi marido?!El bolso en su mano cayó al suelo y dio un paso al frente, decidida a ajustar cuentas con su prima, pero Marcus se interpuso en el medio y le dio una mirada amenazante.―¡Pero primita, Marcus y yo realmente nos amamos! ―dijo Amanda lastimosamente, pero burlándose de ella.―¿Se aman? Lo que yo veo es un par de infelices, ¡traidores! Pero tú… ―Isabella estaba llena de dolor e ira ―… tú eres una zorra. ¡Te atreviste a meterte con mi marido! ¡Somos familia!Amanda le dio una sonrisa divertida y besó ligeramente la mejilla de Marcus.―No hay nada que hacer cuando dos personas se gustan. Además, tú eres… ―Amanda hizo una mueca pensativa ―… como decirlo… ¡Ah ya! Demasiado insípida y aburrida. No es mi culpa ser más mujer que tú.Isabella tenía el corazón hecho pedazos, por un lado, el hombre que pensó que la amaba la traicionó con su propia sangre y por otro su prima pagaba todo el cuidado y amor de su padre con traición.―Puede que sea aburrida ―le dijo con las lágrimas cayendo de sus ojos ―Pero al menos no soy una zorra roba maridos.Amanda dejó salir un jadeo y estaba a punto de decir algo, pero Isabella ya se estaba dando la vuelta. Quería escapar de allí cuanto antes, pero Marcus la agarró por la muñeca.―¡¿A dónde crees que vas?!Isabella, en un acto reflejo y por defenderse, lo abofeteó y luego trató de liberarse.― ¡No vuelvas a tocarme! ¡Me das asco Marcus!El hombre apretó el agarre y trató de llevarla dentro de la habitación; aun así, Isabella luchó.― ¡Te dije que me sueltes! ¡Suéltame!―¡Cállate! ―grito al momento que le abofeteaba, sus ojos eran dos pozos de furia ― Si te atreves a estropear mis planes ¡Lo pagarás caro!Él la miró fijamente y luego la arrojó directamente sobre el sofá. Isabella ahora no estaba asustada, estaba enojada, el hombre que estaba viendo ahora, no era el hombre con el que se había casado.Marcus se pasó los dedos por el cabello y la miró de arriba abajo.―Hay un hombre importante en la habitación de al lado ―caminó hacia ella y la agarró de la mandíbula con fuerza ―¡Ve y acuéstate con él!Mis preciosas lectoras,Hemos llegado al final de esta historia. Sinceramente espero que la travesía de Sebastián e Isabella les haya atrapado y que hayan vivido junto a ellos cada momento de su amor. Como siempre, mi lista de personajes sigue creciendo, pero les prometo que las historias de sus amigos también serán contadas. Empezaremos con Giovanni, y allí mismo podrán conocer a Mateo y Elijah.No me queda más que agradecerles por su apoyo, su tiempo y su paciencia. De verdad, son las mejores lectoras que un autor podría desear. Las adoro un montón.Por cierto, si les gustan las historias de lobos, tengo un nuevo proyecto en marcha. Les invito a echarle un vistazo y, si les atrapa, vivamos juntos un amor de fantasía.¡Las amo!Paulina W.
CAPÍTULO 130: FRENTE AL MAR.El sol comenzaba a descender en el horizonte, tiñendo el cielo de tonos dorados y rosados. Una suave brisa marina acariciaba las caras de los presentes, llevando consigo el sonido relajante de las olas rompiendo en la arena.Sebastián e Isabella caminaban descalzos por la arena, tomados de la mano. Ambos vestían de blanco, reflejando la pureza y la renovación de su amor. Coraline y Rogert, junto con los demás amigos y familiares, estaban allí, sonriendo y observando con ternura.—No puedo creer que finalmente vayamos a casarnos —dijo Isabella, mirando a Sebastián con ojos llenos de amor.—Hemos superado tanto juntos, y cada desafío nos ha hecho más fuertes —respondió él, apretando suavemente su mano—. No hay nadie más con quien quisiera estar aquí, Isabella. Solo contigo.Un pequeño arco decorado con flores silvestres estaba preparado para la ceremonia. Bajo el arco, un sacerdote los esperaba para oficiar la ceremonia.—Queridos amigos y familiares —comenzó
CAPÍTULO 129: ASUMIR LAS CONSECUENCIASGiovanni se movió ligeramente y suspiró al sentir el cuerpo cálido a su lado. Sus brazos apretaron suavemente a la mujer en sus brazos y sonrió a pesar de tener los ojos cerrados. En su mente somnolienta, la imagen de Dayana brilló y, por supuesto, pensó que la que estaba a su lado era ella. Por otro lado, la mujer que ya había despertado desde hace rato cerró los ojos y dos gotas de lágrimas cayeron. Sí, había pasado la noche con el hombre que amaba, pero él le había hecho el amor pensando que era otra. Escucharlo, gemir el nombre de su hermana mientras la poseía era lo más humillante que podía experimentar. Pero no tenía otra opción, cerró los ojos y se tragó su llanto.De repente, Giovanni se giró y la abrazó por completo, enterró la nariz en su cuello y aspiró su aroma.—Buenos días, nena… —le susurró con voz ronca y sensual.La mano de Giovanni recorrió la curva de su cadera y subió lentamente hacia arriba, bajando sobre su abdomen en busca
CAPÍTULO 128: UN AMOR SECRETO.Giovanni dejó el vaso vacío sobre la barra. Después de que Sebastián tocara su punto sensible, había ido allí para desahogarse, o mejor dicho, ahogar sus penas en alcohol. Lo que le había dicho a Sebastián era verdad; no tenía interés en ninguna mujer, la única que le importaba era Dayana. Y ahora su futuro con ella estaba destruido, porque por alguna razón, ella decidió abandonarlo.Alzó la cabeza y le hizo señas al barman.—Quiero otro —dijo.El hombre tomó la botella y sirvió otro trago de Macallan. En la entrada del bar, una mujer miraba a Giovanni con una mezcla de emociones: miedo y a la vez anticipación. Estaba allí por una razón, tenía que cumplir una orden; de ello dependía la estabilidad de su abuela.Adeline Winchester era la hija menor de Barlow Winchester y hermana de Dayana Harper. La razón por la que estaba asustada era porque tendría que hacer algo que nunca haría, ya que era demasiado bajo. Y la razón de sus expectativas era que el hombr
CAPÍTULO 127: BAJO LAS ESTRELLAS.La brisa suave de la noche hizo que las flores se agitaran suavemente en el jardín del hotel. Sebastián e Isabella caminaban entre los invitados, agradeciendo a cada uno por asistir al banquete de la empresa. Habían pasado varios meses desde el incidente de Inesa. Después de dar las declaraciones y que el juez diera por cerrado el caso, todos volvieron nuevamente a sus vidas.Rodrik, una vez que se recuperó, decidió vender las acciones que en un momento fueron de su familia. Se iría definitivamente a Londres, donde buscaría sobrevivir con el hecho de que había perdido a su única hija. Por eso, Sebastián adquirió el paquete de acciones y se convirtió en el dueño de más de la mitad de las empresas Ashford. La empresa había superado los tiempos difíciles y ahora, gracias al esfuerzo de todos, se encontraba en una posición de éxito.Mateo se acercó con Giovanni, compartiendo la alegría de su amigo.—¡Sebastián! Las acciones de la empresa subieron 10 punto
CAPITULO 126: EL FIN DE TODO.—¿Viniste por ella? ¡¿Por qué siempre ella?! ¡Maldito seas!—Inesa, escúchame —dijo Sebastián, dando un paso adelante lentamente, sus manos temblaban ligeramente—. Podemos resolver esto. Nadie más tiene que salir herido.—¿Resolver esto? —Inesa soltó una risa amarga y desquiciada—. No hay nada que resolver. Ella… ella me lo quitó todo. Y ahora, voy a quitárselo todo a ella.Sebastián notó la tensión en el aire, el peligro inminente. Miró a Isabella, sus ojos llenos de miedo y se dijo que tenía que ganar tiempo, tenía que mantenerla hablando hasta que el equipo SWAT pudiera intervenir.—Inesa, por favor —dijo, tratando de sonar conciliador, aunque su voz traicionaba su miedo—, sé que estás herida, sé que todo esto ha sido muy difícil para ti. Pero hacerle daño a Isabella no te va a devolver lo que perdiste.—¡Cállate! —gritó Inesa, sacando un arma y apuntando a Isabella—. No entiendes nada. Ella me lo quitó todo, y ahora va a pagar.En ese momento, Isabell
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