UN BEBÉ PARA EL ARROGANTE CEO

UN BEBÉ PARA EL ARROGANTE CEOES

Romántica
andreyflor  Completo
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Resumen
Índice

"¿Qué es lo que quiere a cambio?" Preguntó María Teresa. "Le daré mi apellido a su hijo." respondió Luis Ángel Torrealba. Aún así, teniendo encima a un bebé recién nacido, su ropa desgarrada por varios días de uso y una escapada de las manos de su pareja maltratadora, María Teresa nunca imaginó escuchar aquel trato por semejante hombre. ¡Estaba en la ruina! No tenía nada en esta vida, absolutamente nada, y con un bebé recién nacido en brazos, su vida fue quebrada en pedazos por las heridas, físicas y emocionales que le causó la familia Gutiérrez. Además, el padre de su hijo es una incertidumbre. Al menos, hasta que pueda recordar aquellas semanas en la ruina para que la verdad salga a la luz. No iban de la mano los sentimientos y Luis Ángel Torrealba, quien necesitaba mentirle a su numerosa familia que tenía ya un hijo propio, para conservar la gran empresa bajo su mandato. Su padre no le heredaría su fortuna sino contaba con un heredero, pero nunca mencionó que fuese de sangre. Y tendría que demostrárselo en la gran fiesta de la compañía que se celebraba cada año. ¿Este nuevo hombre, arrogante y cruel, solucionaría todos sus problemas con sólo mirarlo a los ojos y sentenciar su respuesta? ¿Y llegará a saber que el padre de su hijo estuvo más cerca de lo que ella creyó y frente a sus narices? Sin saber que este contrato cambiaría la vida de ambos, porque compartían recuerdos amargos, dolorosos pasados, el miedo a volver a amar y una luz en sus corazones que los unirá para toda la vida y más que nunca. Pero muchos obstáculos se cruzarán en sus caminos, haciendo todo lo posible para destruir su futuro. ¿Qué decisión tomará María Teresa? ¿Y que les deparará el destino?

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Helen Dayanara Olvera Lopez
muy hermoso este libro, me encanto
2024-10-09 02:34:25
0
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Marion Rodriguez
Me encantó este libro, felicitaciones a la autora. Espero leer otro libró de ud.
2024-10-05 02:40:07
0
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Black Moon
es una buena historia, sin embargo, a veces ni se entiende lo que la escritora quiere explicar y eso hace releer el capítulo...
2024-02-16 21:09:28
1
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Patty Cal
Una excelente novela, me encantó de principio a fin .
2024-01-17 12:39:18
2
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Bea Alberti
Me gusta pero que no sea tan larga
2023-12-13 10:24:54
4
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Jen Herrera
Excelente historia ...️ me encanta ...
2023-11-06 03:58:01
1
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Lucia Vargas Martinez
zmuy buena pero que no la maltraten más, me gusta la mujer empoderada, guerrera no la tonta sumisa
2023-10-13 19:42:08
1
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andreyflor
Actualizaciones los fines de semanas: Dos capítulos los sábado y domingo!! no olviden comentar en este apartado! así sabré sus pensamientos y opiniones acerca de esta nueva historia!
2023-10-13 06:38:50
1
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Maria Victoria Rodriguez Piñeiro
es ... intensa,espero que piecen a pasarle cosas buenas.me gusta
2023-10-12 04:29:31
3
80 chapters
1. Bajo la tormenta y una luz en ella
—¡No, por favor! ¡No te atrevas a decir otra palabras más! ¡No te acerques, Antonio! Y su voz se desgarra mientras el llanto de su hijo se pierde entre los gritos de la tormenta. —¿¡Y qué quieres que te diga?! ¡Siempre me has mentido! Me mentiste con ese niño en brazos y ahora quieres que sea un idiota. Yo no soy un idiota María Teresa. ¡Vas a pagar caro por lo que me has hecho…! Y el primer empujón la lleva hasta la pared, y la hace gemir de susto. Sus ojos se abren y su único miedo es su bebé, que continúa llorando y no hay nada la calme porque está cara a cara con un hombre cegado por la ira. "Si no me marcho ahora. Él podrá matarme…¡Te matará, María Teresa…! —¡Mírame cuando te hablo, sucia mentirosa! —y Antonio la toma del brazo para zarandear contra él en cuanto tiene la oportunidad y consciente de que sólo está con ella, aprovecha la situación para apretar su brazo—. No te escaparás de esta, no sabrás con quién te metiste y a quien le mentiste. ¡Esta me la pagarás…! —Yo
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2. Pérdida
Y su alivio es atronador, rápido y solloza. —Ayuda…—quiere gritar pero la voz le desgarra y no siente que es escuchada—. Ayuda… Del coche entonces observa a una figura salir, rápidamente puede notar que es de una mujer y la observa tapándose la cabeza con un abrigo. María Teresa tiene la respiración entrecortada y no puede continuar así, apenas da unos pasos por la debilidad, pero a la vez siente fuerza, porque no está sola. Tiene a su pequeño. —¡Bendito Dios…! —oye exclamar en cuanto puede vérselas con una señora aproximándose a los cincuenta—. ¡Tienes un bebé! —Señora, se lo ruego —María Teresa tiene que casi colocarse de rodillas en cuanto la observa—. Por favor, sólo quiero que mi hijo esté bien. Sólo eso, no le pido más. Ayúdeme a salir de aquí, se lo ruego. Mi niño está recién nacido, yo no sé… —¡Madre! —una voz por detrás que viene desde el carro atormenta la propia tormenta—. ¡Regresa al carro! ¡Ahora mismo! Pero la señora no atiende al llamado. Ve a María Teresa con oj
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3. Propuesta
María Teresa siente el cuerpo irse hacia un lado, incluso desmayarse. ¿Un seguro? ¿Pagar? ¡Por Dios! Nada tenía en este mundo. ¡Nada! Ni para cubrir ni siquiera el gasto de un alimento para darle a su hijo y mucho menos pagar todos estos exámenes. No puede ser esto posible. Esto no puede estar pasando. Su pequeño se encuentra en un estado grave y no carga ni un sólo peso encima. Cae en la desesperación, no puede pensar en otra cosa sino en la severa realidad en la que se encuentra. Sin embargo, tampoco puede decidir por la vida de su pequeño a menos que traiga una nueva esperanza. —Esto no puede estar pasando —balbucea María Teresa—. No puede ser, señorita. Yo no tengo cómo pagar, yo ni siquiera…¿Ha visto a una mujer? La mujer que estaba a mi lado cuando llegué. ¿La ha visto? ¿La ha visto, señorita? La recepcionista niega con ojos preocupados. —No, señora. Disculpe pero yo no he visto a nadie. María Teresa empieza poco a poco a colapsar y sin medir consecuencias vuelve a negar.
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4. Cautivada por un extraño
¡Darle su apellido a su hijo! Un completo extraño. María Teresa no sabe a dónde mirar, en qué pensar e incluso en qué creer. ¿Escuchó acaso bien? ¡Este hombre completamente extraño! Qué por alguna extraña razón cree haber escuchado su voz antes, o incluso verlo, pero la mente no puede seguir con certeza después de lo que acaba de escuchar. Se atreve a mirar hacia otro lado al tiempo que abre y cierra los ojos incontables veces. —¿Qué está diciendo, señor? ¿Su apellido? —Luis Ángel —responde el hombre aún erguido de alguna manera con normalidad, como si no le hubiese dicho aquello—. Luis Ángel Torrealba es mi nombre. ¿Acepta mi contrato? Es todo lo que puedo ofrecerle. Y a cambio, recibirá su hijo lo que le corresponde por llevar mi apellido. —¿Cómo es posible? —María Teresa alza su mirada, llena de las lágrimas que nunca escaparon. Ahora está confundida—. ¿Quiere darle su apellido a mi niño? El hombre frente a ella asiente. No puede creerlo. —¿Cuáles son sus razones? ¿Cuáles?
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5. Trato hecho
Pero María Teresa es mucho más rápida y se suelta de él mientras traga saliva y lo señala.—¡Es un cínico! —exclama—. ¡Es un completo cínico! ¿Me quiere mentir? Pues, no. No se atreverá a mentirme. Luis Ángel Torrealba entrecierra sus ojos, y se mete las manos en los bolsillos. —Cómo guste. Yo no la obligaré a hacer algo que no debe. Pero es algo…Pero María Teresa vuelve a la negación junto a sus movimientos y toma el pomo de la puerta justo para salir de aquel sitio.—Señorita…—Le advierto, no se acerque a mí. Porque si no…no respondo —y María Teresa se apresura entonces a dirigirse por el mismo pasillo hasta que vuelve a respirar, y acometer una pequeña pero gigantesca respiración. Se afianza a la pared para solventar todo lo que siente y abre los ojos.Pero María Teresa no puede continuar con esto. Explotará nuevamente si alguien se atraviesa en su camino, sólo traga saliva y continúa con su camino. Debe salir de ahí, al menos, para pensar en lo que deberá hacer a partir de aho
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6. La familia Torrealba
—Un momento —lo detiene María Teresa—. Yo no me iré con usted. Luis Ángel se detiene en seco cuando oye esto, y no comprende. —¿Qué ha dicho? —Que no iré, señor. Yo misma puedo ir hacia su casa, tan sólo deme su dirección. Puede ser que hicimos un trato pero no significa que confíe en usted. —¿Acaso no sabe quién soy yo? María Teresa alza sus cejas con impresión. —¿No es el dueño de este hospital…? —Por supuesto que no —responde Luis Ángel con sus ojos llenos de soberbia—. Conozco al director y al doctor que atiende a su hijo, pero no soy el dueño. Mi empresa es Global Exportation y tuvo la suerte de que yo estuviese aquí para atender su problema. María Teresa frunce su ceño y quiere decir algo, no obstante, se adelanta Luis Ángel. —Pero como prefiera —suelta con voz arrogante—. No me encargo de usted a partir de ahora. Afuera está mi asistente, Ximena. Pregúntele a ella la dirección. Hoy mismo la quiero a las ocho en la casa. Ni un minuto más, señorita. Con permiso. Y Ma
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7. Fuerte tensión
Patricio Torrealba se endereza y señala a María Teresa. —¿Qué significa esto, Luis Ángel? ¿Otros de tus jueguitos? Te advierto, hijo, que no estás para jugar con muchachas jóvenes y menos en mi casa. Te ordeno que saques a esta mujer de aquí. Pero Luis Ángel sólo mira la escena con la seriedad y la soberbia que lo caracteriza. Por un momento sus ojos se encuentran con María Teresa pero vuelve a su padre cuando lo oye suspirar con fuerza. —Es una doméstica, una nueva domestica. Imelda ya lo sabe, quería a otra mujer. —¿Una doméstica? ¡Pero ésta! Que parece de un inmundo pueblo —escupe Patricio—. No eres de esta índole, Luis Ángel. Pero no quiero que una segunda vez suceda, porque su incompetencia no es algo que toleraré. Tampoco sé qué harás ahora, porque a esta mujer no la quiero aquí. Te equivocaste cuando podías decidir aquí en la casa pero se te olvida que sigo mandando yo. Patricio pasa por su lado y su hermano, niega con la cabeza con la misma sorna, mientras desaparece
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8. Delante de la angustia
¡Esa arrogancia la enoja a más no poder! —No estoy diciendo cosas que no son. Es lo que ha dicho. Que no diga que soy la madre. Pues, ¿Quién más será la madre? No haré esto —para María Teresa ésta cercanía acorrala su sentidos. Ni siquiera puede verlo y toda su respiración se entrecorta. Porque la respiración de Luis Ángel Torrealba está cercana de su nunca y el estremecimiento es inevitable para ella. Sin embargo, la voz de Luis Ángel vuelve a oírse, colocando sus pelos de punta. —Llévese el documento si así lo quiere. Y lealo. Pero soy yo quien le dice a usted que mi palabra vale. Ya le hice una promesa. No voy a apartar al niño de su madre. Y es lo único que haré. No es nadie para decirme cómo actuar. No olvide su posición, señorita. María Teresa lo mira de reojo. Y con la fuerza que tiene se gira. Los ojos de Luis Ángel se aferran a ella una vez más. La siente tragar saliva y por esa razón intensifica más su mirada. —¿Se lo llevará? —Luis Ángel le señala los documentos. No ob
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9. Colisión inesperada
María Teresa quita rápidamente la mirada y se aleja de Tomás Torrealba para llegar hacia las mujeres. Cuando mira sobre su hombro, Amanda Torrealba se está dirigiendo hacia ella y su corazón empieza a palpitar con rapidez. Su rostro indica con severidad una profunda molestia que hace a María Teresa encaminarse hacia la salida. Deja el mantel en sus brazos y traga saliva, porque al dar el primer paso hacia las afueras de la casa, justo en donde se encuentra la piscina, oye un exclamar. —¡Alto ahí! María Teresa se gira. Es sin duda Amanda. —Señorita —pronuncia en un balbuceo. —¿Tú…? ¿De nuevo tú? ¿Quién te crees para venir a mi casa…? ¿Estás trabajando aquí…? —Amanda no puede creer lo que ve y la mira de arriba hacia abajo como si hubiese visto un fantasma. —Soy solo una empleada. No tiene por qué preocuparse —habla María Teresa con ojos de preocupación. Y trata María Teresa de dirigirse hacia las casas de las mujeres empleadas pero Amanda la toma de la mano con fuerza. —No,
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10. Hacia el cielo
Cuando puede darse cuenta María Teresa los brazos de este hombre la estrujan con ligereza, al tiempo que el movimiento de sus labios la conducen hacia aquel toque celestial. Un movimiento incapaz de controlar. Nunca hubiese imaginado que aquellos labios tocarían los suyos de esa manera, como desesperados, esperando encontrarla también. El estado de sorpresa que sobrepasa a María Teresa es abismal, e inevitablemente cierra los ojos. El beso la hace volar incluso cuando no es el hombre bueno para ella, no es el lugar y no son las condiciones. El atrevimiento que tuvo Luis Ángel Torrealba para besarla así sin más la congela, pero su cuerpo y sus labios reaccionan. Tanto tiempo había pasado desde la última vez que un hombre la había besado de esa manera. María Teresa no quiere involucrar el pasado, pero ese hambre feroz que emana Luis Ángel por ella la aturde, la lleva hacia el cielo y la baja ahí mismo. ¡Vuelve a la realidad en un santiamén! El hechizo se quiebra. Sus ojos se abren de
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