Capítulo 111. Sala de torturas.
—Dime, Steven... ¿De verdad creíste que te podías coger a mi esposa en un motel barato?—, preguntó Félix aparentando tranquilidad.
—Félix... yo...
En ese momento, Urdaneta avanzó y golpeó a Steven muy fuerte en el rostro.
El puñetazo fue tan fuerte, que lo hizo caer de inmediato al piso.
—¡Cállate! ¡No hables mientras que el señor Félix esté hablando!—, reclamó Urdaneta gritándole.
Steven solo asentía mientras se cubría la herida en su labio que estaba sangrando mucho.
—Steven, Steven, Steven...—, dijo Félix negando con pasividad—, Tú no aprendes. Pensé que la última vez en el consultorio del doctor Thomas habías entendido que yo no soy juguete de nadie.
Steven se puso de rodillas y aunque tuvo miedo de hablar porque sabía que sería golpeado de nuevo, si comenzó a suplicar con sus manos.
—¿Qué estás diciendo? ¡No hablo lenguaje de señas!—, dijo Félix.
Steven sabía perfectamente que no podía pronunciar palabras. Pero, de igual manera se esforzaba por hacerle entender a Félix qu