La casa está en calma por primera vez en todo el día.
Desde la habitación de Poppy solo se escucha el sonido suave de su respiración, un pequeño recordatorio de que, al menos por esta noche, el mundo está en orden.
Lucy se apoya en el marco de la puerta, observándola dormir, y siente cómo el nudo en su pecho finalmente comienza a deshacerse.
Sawyer está a su lado, los brazos cruzados, la mirada fija en la pequeña.
—Se ve tan en paz —murmura Lucy, su voz apenas un susurro—. Como si todo esto no le pesara.
Sawyer asiente, pero sus ojos tienen ese brillo que Lucy ha aprendido a leer: alivio mezclado con preocupación.
—Se lo merece —dice con voz baja—. Después de todo lo que ha pasado, merece sentirse segura.
Lucy se gira hacia él, y por un segundo, ambos se quedan mirándose en silencio.
Hay algo distinto en el aire, una tensión que no tiene nada que ver con el estrés de los últimos días. Es más profunda, más íntima.
Sawyer rompe el contacto visual primero, como si supiera que quedarse