Sawyer estaba detrás de él, su sombra proyectándose sobre ambos. Sus ojos, normalmente fríos y calculadores, ahora eran fuego puro.Era ira en estado líquido.No gritó, no hizo una advertencia. Solo lo miró como si el borracho ya estuviese muerto.Apestaba a alcohol rancio y arrogancia, lo que hizo que las cosas nadamás de Sawyer se dilataran.Un músculo en su mandíbula se tensó, y en ese instante Lucy supo que algo estaba por estallar.—Suéltala —la voz de Sawyer fue grave, baja, cargada de un peligro latente. No era un pedido, era una sentencia.El hombre se volvió con lentitud, como si aún no comprendiera con quién estaba tratando. Soltó un gruñido y ni siquiera se molestó en soltarla.Ese fue su error.Su mirada helada se clavó en el borracho, y sin darle tiempo a reaccionar, le propinó un puñetazo que lo hizo retroceder varios pasos, tambaleándose, casi cayendo. —¡Suéltala! —gritó, su voz grave como un aviso.El puño de Sawyer impactó contra su rostro con la fuerza de un martil
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