Dentro del closet de almacenamiento del laboratorio médico, el novio de Lucy tiene sus pantalones abajo y sus manos sobre los senos de su mejor amiga.
Lucy se queda completamente congelada por unos segundos que les parecen eternos. —¡Oh, sí, Justin! ¡No pares, por favor! —los gemidos de su mejor amiga mezclados con los gruñidos de sus novios estaban a punto de reventar la cabeza de Lucy. —Más fuerte, por favor. Un gruñido salvaje se escucha por encima de los gemidos bajos de la chica. —Oh, nena, no tengo intensión de parar. Esa voz, esas voces… Lucy las conocía, se las sabía casi de memoria, pero se quedó unos segundos para poder procesar lo que acababa de escuchar más todas las demás palabras que estaban saliendo de ese lugar porque no podía ser cierto, no podían ser las dos personas que ella estaba pensando. La chica baja la mirada hasta su brazo, los mechones de cabello rojizo le caen por encima de sus pechos. Se mira el brazo pensando en si hacerlo o no, pero al final se decide y se da un fuerte pellizco. Parecía una niñada, un juego de pequeños, pero ella tenía que hacerlo porque no podía existir un mundo en el que lo que estuviera pensando fuera real. Era como si todas sus mayores pesadillas se hubiesen reunido y hubieran decidido formar la pesadilla mayor. Las dos personas dentro del closet estaban tan concentrados en su placer desorbitante que no se dieron cuenta de la presencia de Lucy hasta que esta carraspeó con su garganta, ni siquiera se dieron cuenta de que habían abierto la puerta, pero Lucy tenía que detener aquello, no podía continuar viéndolo. —¿Se puede saber qué demonios está pasando aquí? —preguntó como si no lo estuviese viendo con sus propios ojos. Al escuchar su voz, los amantes rápidamente se separaron y acomodaron su ropa, pero no hubo un solo atisbo de pudor o arrepentimiento en sus rostros, sino todo lo contrario, parecían molestos por haber sido interrumpidos. —Oh, Lucy, lo siento, pensábamos decírtelo después de esto. Lo siento, pero… no soy yo, eres tú —las palabras de Justin le cayeron Lucy como un puñetazo en medio del estómago. Ella no podía creer lo que acababa de ver o escuchar, tenía que estar viviendo en un universo paralelo, o estar soñando, o haber una cámara secreta por algún lado, algo que explicara la desfachatez de ambos. —No puedes estar hablando serio ¡Me estas engañando con mi mejor amiga! —la voz de Lucy había perdido toda la calma que había guardado hasta el momento. Los tres salen a la misma vez del almacenamiento, y es ahí cuando Brooke, su mejor amiga le comienza a gritar. —¡No hables de mí como si esto no fuera tu culpa! No te hubieras acostado con él en tu segunda cita. La boca de Lucy se abre de par en par al darse cuenta de lo que acababa de decir su mejor amiga ¿Cómo fue capaz de pensar que esa chica era su amiga? ¿Cómo le pudo confesar todos sus secretos sin haberse dado cuenta de que era una basura de persona? La desfachatez que ambos estaban teniendo era increíble. Se suponía que al atraparlos teniendo sexo, los dos se mostraran asustados, asombrados, apenados, cualquier cosa menos altaneros y muy divertidos. Tal parecía que Lucy había atrapado a un par de adolescentes enamorados besándose como si fuese la cosa más natural del mundo. Y sí, había atrapado a dos personas besándose y haciendo mucho más que eso, pero resulta que esas dos personas eran su novio y su mejor amiga ¡¿Cómo le podían estar haciendo algo así y no parecer arrepentidos en lo absoluto?! —Brooke y yo somos perfectos juntos —le asegura Justin. —¡Comenzamos nuestra residencia quirúrgica mañana en el mismo hospital porque tú mismo lo sugeriste! —grita Lucy exasperada, todo aquello le parecía surrealista. —Vamos, Lu, nunca triunfarás como cirujana. Incluso en pediatría, la presión será excesiva. —¡Se supone que nos mudaríamos a nuestro nuevo departamento en dos horas, Justin! ¿De qué cojones me estás hablando? —Ah, sí, sobre eso, Brooke y yo nos mudaremos a la unidad al lado de la tuya —dice él poniendo un brazo por encima de Brooke y dándole un beso en la mejilla. Antes de tener tiempo a reaccionar, Lucy levanta su mano derecha para tomar impulso y abofetea a Justin. —Recuerda mis palabras, imbécil ¡te arrepentirás de esto! —le grita ella llena de cólera y dolor. —Por cierto, cuando sea cirujano plástico te puedo arreglar tus senos desiguales si quieres. La ira se agita dentro de Lucy y sale corriendo del laboratorio hasta el exterior donde se encuentra con una lluvia torrencial. Mientras cruza la calle, las lágrimas arden en sus ojos. “Haré que Justin se arrepienta de esto. Me…” —comienza a pensar ella hasta que el chirreo de unas gomas contra el asfalto la toman por sorpresa. Apenas a dos centímetros de su cuerpo, un Mercedes se detiene de golpe. Ella golpea su puño contra el capó. —¡¿Cuál es tu maldito problema?! El motor se apaga y sale un hombre de hombros anchos y cabello canoso, rebosante de pura confianza. —Tú. Tú eres mi problema. —¿Es en serio? No estoy de humor para esto. El hombre se acerca y la envuelve con su aroma a roble y caramomo. La lluvia empapa su cuerpo rápidamente, haciendo que la camisa se le pegue a su musculoso torso. —Dime tu nombre —le pide serio. —¿Por qué? —Porque no me gusta discutir con una mujer cuyo nombre no conozco. —No estamos discutiendo, casi me golpeas con tu auto. —Saliste corriendo de la nada. No… —comienza a hablar, pero se interrumpe, frotándose el borde de la mandíbula con frustración— Mi nombre es Sawyer. —Soy Lucy ¿feliz? La comisura de los labios de él se curva mientras invade el espacio personal de ella, absorbiendo todo su aire. —En parte, Lucy. Ahora ¿te gustaría contarme qué te hizo lanzarte contra mi auto? Estaré encantado de escucharte…