Lucy
Nunca me he considerado una chica atrevida, siempre he esperado a que me digan qué hacer, que tomen la iniciativa por mí, así que, cuando me pongo de rodillas frente al sofá y palpo con la mano la erección debajo de sus pantalones, estoy sorprendida.
No soy Lucy, al menos no la chica dulce y recatada que todo el mundo ve.
En este momento he tomado las riendas de mi sexualidad, he abierto la puerta a mi lado sensual y salvaje y quiero abrazarlo para que se quede siempre conmigo.
—¿Estás segura de que quieres esto? —Inclina el torso hacia mí—. Una vez que pruebas al diablo, no te puedes ir, Lu.
Me relamo el labio inferior mientras mi mano juguetea con la cinturilla de sus pantalones y libera su erección.
Abro mucho los ojos. Tiene una gota preseminal en la punta, pidiéndome que le pase la lengua, al igual que las venas que recorren toda la longitud.
Me tomo mi tiempo observándolo.
—¿Ya te has asustado de jugar con las cosas de mayores? —dice con ese tono seductor.
Dejo de p