Lucy
—Lu
Otra vez ese diminutivo de mi nombre que hace que mi estómago dé una voltereta de lo más graciosa.
—Señor Campbell.
En el pequeño espacio del sofá, consigue hacernos girar y que ninguno sufra una caída vergonzosa.
Ahora que se ha quitado su camisa tengo una visión perfecta de su piel y cada músculo.
La mía en cambio todavía puesta es lo bastante fina como para dejar bastante claro el efecto que tiene su cuerpo en el mío.
Mis pezones, duros, rozan su piel a través de la tela. Un jadeo casi inaudible escala por mi garganta.
—Señor, ¿eh?
—Mis padres me enseñaron que tengo que tratar a la gente mayor con respeto.
—¿Eso incluye comértelos, Lu?
Si mi corazón late más rápido, creo que moriré.
Capto el latido acelerado en mis oídos, lo siento bombeando frenéticamente en mis labios y no ayuda para nada notar cómo cierta parte de su cuerpo se endurece aún más contra mi estómago.
Me quedo embelesada, observando sus ojos y pidiendo permiso para quedarme a vivir en ellos.
Si s