Bianca frunció los labios.—¿Así que quieres usarme y luego desecharme? Pues qué pena, he cambiado de opinión, ya no pienso irme.
Esto encajaba perfectamente con el carácter de la señorita Bianca. Alessia arqueó una ceja y miró de reojo a Riley.
La expresión serena de Riley se congeló un instante; en sus ojos, tan tranquilos como un lago, asomó un destello de cambio, pero enseguida recuperó la compostura. Su voz siguió siendo suave:—Mientras no retrases tu tiempo.
Hay personas que parecen gentiles en la superficie, y otras que lo son de corazón.
Alessia sentía que Riley pertenecía al segundo grupo; tal vez su gentileza no era más que un escudo protector.
A muy pocos se les permitía entrar en el corazón de alguien así; pero una vez que lo lograban, esa persona se entregaba por completo.
Del mismo modo, algunos pueden parecer caprichosos y voluntariosos; quizá ésa también sea su coraza.
—En realidad eres muy aburrido. ¿Quién querría quedarse aquí de todos modos?
Bianca lo miró con desdén