—¡Enzo Roberts!
—Jaja, soy yo. Señorita La Rosa, le dije que nos volveríamos a ver —Enzo dudó un momento y luego la saludó abiertamente.
Esa sensación… era como si la persona que había contradicho a Alessia a sus espaldas y provocado a Riley no fuera él en absoluto.
Pero esta vez, Alessia no quería interactuar más con él, porque ya había cruzado su línea.
Riley era alguien a quien ella quería proteger, y la manipulación psicológica de Enzo para mantenerlo cerrado estaba afectando su salud mental.
Alessia fue directa al grano:
—¿Qué haces aquí? ¿Por qué intentas manipular a mi hermano?
—Señorita La Rosa, no tengo idea de qué está hablando —Enzo se encogió de hombros con aparente impotencia—. Anoche fue bastante amable conmigo, ¿pero por qué este cambio de actitud después de solo una noche? Soy inocente.
¿Inocente? ¿Por qué sentía que estaba presumiendo de manera descarada?
Alessia sonrió con desprecio. Originalmente quería seguirle el juego para sacar más información, pero ahora le par