Bar.
Alessia bebió media copa de vino de un trago. Cuando quiso seguir bebiendo, alguien le arrebató la copa de las manos.
Apoyando la barbilla en una mano, Alessia miró a Dominic con ojos vidriosos por el alcohol.
—Devuélveme mi vino. Estoy feliz y quiero seguir bebiendo. Dominic, alégrate conmigo también. Ahora no solo tengo un papá, sino también una mamá.
Dominic la observó. Aunque fingiera estar feliz, por dentro estaba triste. Su corazón se llenó de ternura.
Tomó la copa y bebió lo que quedaba de un solo trago.
Luego volvió a mirarla, con una mirada firme y suave.
—Sia, por supuesto que me alegro por ti. En realidad, no puedes culpar al tío Laroux por esto. Si yo estuviera en su lugar, tampoco tendría buenos sentimientos hacia un hijo que no fuera mío contigo. Claro que yo jamás permitiría que las cosas llegaran al extremo en que él llegó.
—¿De verdad? —preguntó Alessia.
—Por supuesto —Dominic se inclinó hacia ella.
—Dicen que la boca de los hombres está llena de mentiras. No te