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Al escuchar las quejas de Víctor, Alessia destapó el frasco y olfateó el líquido en su interior.

Notó que, en cuanto lo tomó, la mirada de Enzo se posó en ella, cargada de nerviosismo.

Alessia lo observó.

Enzo la miró fijamente a los ojos y la apremió:

—Sia, cuando lo bebas, recuperarás la memoria.

Alessia tuvo la intuición de que Enzo no mentía. Volvió la vista hacia Víctor.

El viejo travieso ya se había sentado en el sofá, cruzando las piernas con total tranquilidad, sin siquiera dedicarle una mirada.

Con su amplia experiencia clínica en medicina, Alessia supo al instante que el líquido no era venenoso.

Los recuerdos perdidos eran recuerdos perdidos, pero tratándose de la toxicidad prenatal de Elle… no importaba qué reacción provocara, tenía que intentarlo.

Cerró los ojos, inclinó la cabeza hacia atrás y bebió todo el contenido del frasco.

Al terminar, una fuerte somnolencia la invadió. Medio adormilada, se recostó en el sofá, escuchando la conversación entre Enzo y Víctor.

—Viejo,
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