Los ojos de Alessia se helaron.
Si se tratara solo de ella, estaba segura de poder esquivar el ataque de Sisca.
Pero llevaba a Eleanor inconsciente en brazos, y eso limitaba sus movimientos. No podía garantizarlo.
Aun así, como madre, aunque no pudiera evitarlo, debía intentarlo.
Instintivamente abrazó con fuerza a Eleanor, escondiendo su pequeña cabeza contra su pecho y ladeando el cuerpo.
De ese modo, incluso si caía por las escaleras, la posibilidad de que Eleanor saliera herida sería mínima.
Por suerte, lo que tanto temía no ocurrió.
En el momento crítico, cuando Sisca estaba a punto de embestirla, Dominic se movió.
Ágil y sin titubear, levantó la pierna y golpeó de lleno el costado de Sisca.
Ella salió despedida como una cometa rota, rozando la espalda de Alessia, hasta chocar violentamente contra la pared opuesta y deslizarse hasta el suelo.
Un gemido ahogado escapó de su boca, seguido de un vómito de sangre que manchó el suelo.
—¡Sisca!
El señor Fraser corrió a su lado. Al ver