El sol apenas comienza a filtrarse por los ventanales cuando Alexander recibe el mensaje.
Su celular vibra sobre la mesita de noche, llenando el cuarto de un zumbido que resuena más fuerte en su cabeza de lo que debería.
"¿Querías pruebas? Pues pruebas tendrás. Ven a casa después del almuerzo. Te mostraré quién es Isabella en verdad."
Lee el mensaje una y otra vez, sintiendo cómo algo dentro de él se remueve, incómodo.
No debería darle importancia. No debería ni siquiera considerar responder. Pero el tono de Camille, la seguridad en sus palabras, la amenaza velada que late en cada letra... todo le golpea en la boca del estómago con una fuerza brutal.
Pasa la mañana en automático. Atiende reuniones, firma documentos, escucha a sus asistentes sin realmente registrar lo que dicen.
Una parte de él, la más racional, grita que no debe caer en juegos sucios, que Camille está actuando desde el despecho.
Pero la otra... la otra recuerda el rostro herido de Camille la noche anterior, su súplic