La madrugada cae densa sobre la ciudad, con una bruma que parece reflejar la angustia que han vivido los protagonistas de esta historia.
Henry no ha dormido en dos noches. Ojeras marcadas bajo sus ojos, el ceño fruncido, los dedos temblorosos mientras hace clic una y otra vez sobre el mismo enlace: el mensaje anónimo.
Ha pasado horas cruzando datos, buscando conexiones, revisando registros, accediendo a foros en la deep web y redes de información clandestina. Y ahora lo tiene. Tiene la prueba que necesitaban.
El mensaje anónimo en el sitio web de crímenes contiene coordenadas, una descripción detallada del lugar donde podría estar Emma, y una afirmación helada: "Ella lo planeó todo. Camille Leclerc es responsable. Protejan a la niña."
Henry copia todo en un archivo cifrado, lo imprime con manos temblorosas, y guarda el USB con la información en un sobre.
En el apartamento de Isabella, el ambiente sigue siendo un pozo de tensión.
Alexander apenas ha probado bocado en días. Isabella,