El sol resplandece sobre la costa, filtrándose a través de las hojas de palma mientras el sonido de las olas sirve como banda sonora perfecta para el día.
Isabella observa a Liam, Emma y Gael correr por la arena con risas contagiosas, recogiendo caracoles y lanzándose miradas cómplices entre ellos.
A su lado, Alexander sostiene una pequeña cesta con frutas y toallas, mientras lanza miradas llenas de ternura hacia los trillizos.
—Vamos a ese rincón, bajo las palmeras —dice Isabella, señalando un espacio sombreado. Alexander asiente y ambos se instalan sobre una manta extendida, disfrutando de la brisa y la tranquilidad.
Emma se acerca tambaleando con algo en la mano.
—Mami, papi, mira este caracol. ¡Parece un corazón! ¿Se lo damos a la señora que hace las bodas?
Isabella y Alexander se miran y sonríen. Liam, sin perder el tiempo, interviene:
—Emma quiere una boda con globos. Yo quiero una con pastel gigante. ¡Y Gael quiere que haya fuegos artificiales!
—No, yo quiero una cama elástic