Jade no podía creer la rapidez con la que había llegado el día de su boda.
Se sentía tan nerviosa y asustada.
El sol recién comenzaba a salir cuando se asomó a la ventana y sintió su corazón acelerarse ante la idea.
Era apenas cuestión de horas.
Un nudo se instaló en su estómago, apretándose más con cada segundo que pasaba.
«Voy a casarme con Adriel», pensó, sintiendo como una sombra oscura se apoderaba de todo su ser.
Miró a su alrededor, tratando de conseguir una salida a todo esto, pero no podía darle la espalda a su familia, no cuando se encontraban atravesando una situación económica tan complicada.
Ella era la única salida a todo esto.
Sus hermanos ni siquiera sospechaban que estaban atravesando un problema financiero de semejante magnitud.
Jade suspiró y se dirigió al baño de su habitación para comenzar a asearse y darle así la bienvenida a un nuevo día.
Pero bien podría estarse dirigiendo a la horca, porque sus pasos eran lentos, sus pies se arrastraban uno contra el otro, c