Jade respondió lo mismo que había respondido hacía días atrás. Fue un “sí” cargado de sinceridad, cargado de significado. Porque sí ansiaba compartir su vida al lado de este hombre que le había demostrado que la amaba de una infinidad de maneras.
Adriel se puso de pie y tomó su rostro entre sus dos grandes manos, la miró por un segundo, destilando entrega y deseo, y, luego, simplemente la besó. Sus labios se mostraron al inicio tentativos, rozó su boca con lentitud varias veces antes de profundizar la caricia.
Ella gimió entre sus brazos, mientras sentía las piernas débiles. Adriel siempre tenía este efecto en ella.
La besó con lengua, ávidamente, apoderándose de sus gemidos y de cada una de sus respiraciones. Reclamando lo que por derecho le pertenecía y nunca había dejado de ser. Porque justo ahora se daba cuenta de que ningún otro beso se comparaba con los suyos.
Su boca descendió hasta su cuello y fue subiendo hasta el pequeño hueco que se encontraba bajo su oreja, susurrándole lo