Christopher
La lluvia golpeaba contra los cristales de mi despacho mientras revisaba por enésima vez los documentos que había conseguido reunir. El reloj marcaba las tres de la madrugada, pero el sueño era lo último que me preocupaba. Frente a mí, esparcidas sobre el escritorio de caoba, las piezas de un rompecabezas que llevaba años intentando resolver comenzaban a encajar.
Victor Harrington. El nombre resonaba en mi cabeza como un eco interminable.
Apreté los puños hasta que los nudillos se me pusieron blancos. Había sido el socio de mi padre durante años, su confidente, incluso padrino de Daniel. Y todo el tiempo había estado esperando, observando, calculando el momento perfecto para destruirnos.
—Así que siempre fuiste tú —murmuré, observando la fotografía donde aparecía sonriente junto a mi padre en la inauguración de la empresa familiar.
El informe del investigador privado que había contratado era demoledor. Victor había estado desviando fondos durante años, pequeñas cantidades