La ansiedad se había apoderado del alma y corazón de Martín. Pero a la vez, esas emociones se mezclaban con la inmensa alegría de ver a Samantha nuevamente después de tantos años.
Lo primero que hizo al salir de su despacho fue ir al de su hermana que estaba enfrentado al de él.
Constanza lo miraba con cariño y complicidad mientras lo escuchaba.
—Así que, la reina de tu corazón decidió volver —dijo, sonriendo, mirándolo con picardía—. No sé si alegrarme por vos o compadecerte. Porque si sigue enamorada de Javier, vas a seguir sufriendo y lo que menos quiero para vos, es eso. En todos estos años no has hecho más que buscarla y esperarla... —se levantó del asiento y fue hasta él—. ¿Qué pensás hacer ahora Martín Santamaría? ¿Quedarte en silencio a hacerle frente a la situación y confesarle la verdad que te tragaste todo este tiempo?
El abogado miró al suelo y negó con la cabeza.
—Sinceramente, no lo sé —respiró hondo y luego exhaló el aire con lentitud—. ¡No esperaba que ella apareciera