Capitulo 4
La habitación de Oliver parecía ser espaciosa, pero estaba sumergida en la obscuridad. Las cortinas estaban corridas y las luces apagadas. Había una silla de ruedas sencilla y otra motorizada en una de las esquinas, arrumbadas, tal como si nadie las hubiese utilizado nunca. El resto del mobiliario era demasiado sencillo, a decir verdad. Parecía como si no fuese de él, no había objetos personales.

Al voltear a su alrededor noto otras tres puertas en la habitación, todas las cuales estaban cerradas; en tanto que en el centro había una cama con las sábanas desordenadas y almohadas tiradas por todas partes.

Decidió que lo primero que debía hacer era iluminar el lugar, así que se acercó con prontitud hacia la ventana para correr las mismas de una sola vez. Permitió que la luz del sol entrara a raudales a la habitación.

Apenas ocurrió, la persona que dormía en la cama se removió intranquilo; pero aun así no descubrió su rostro o le habló.

En ese momento decidió pues aclararse la garganta,
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