Mundo ficciónIniciar sesiónSe dirigían al despacho mientras hablaban, cuando de pronto se toparon con una de las empleadas que se dirigía a las escaleras con una bandeja de desayuno.
—¿Es para Oliver? —le cuestionó Luisa, deteniéndola para comprobar los alimentos.
—Así es, señora —reconoció la mujer.
Emma siendo un tanto atrevida, decidió intervenir.
—Disculpe, ¿por qué desayuna en su habitación? Perdón por el atrevimiento, pero según lo que el doctor Álvarez me dijo tiene 6 meses que abandono el hospital y según veo hay un elevador en el cual podría bajar para desayunar como el resto sin problema —le dijo siendo muy clara en sus dudas, aun cuando pudiese sonar un tanto intrusiva.
—Comprendo tu duda. Es sólo que él ha decidido recluirse de forma permanente en su habitación y no hemos podido hacer nada para sacarlo. La verdad es que con el paso del tiempo hemos decidido dejarlo estar, pues lo consideramos lo mejor —reconoció, siendo muy honesta al respecto.
—Entiendo por qué lo decidieron, que lo consideraron lo mejor dada la situación tan complicada que han atravesado; pero no es lo más adecuado. Si me lo permite e independientemente de si decide contratarme, me gustaría verlo y hablar un poco con él —le pidió.
Luisa lo sopesó un momento; ya que solo era una chica joven y pequeña, no lo consideró un problema, ni peligrosa para él. Aun así, no podía confiarse demasiado, no cuando aún existía la remota posibilidad de que no fuera quien decía ser; así que cuando vio aparecer a Paolo, su hijo menor, lo llamo.
—Hijo, lleva a esta joven al cuarto de tu hermano para que lo vea. Yo necesito hacer unas llamadas —le pidió, disponiéndose a comprobar las referencias de Emma.
Por lo que ella había visto en el poco tiempo que llevaba ahí, la familia parecía ser muy cuidadosa y no entendía si era cosa de ricos o si había algún motivo en especial para que se comportaran de ese modo. Sin embargo, nada de eso era de su incumbencia y decidió dejarlo de lado; además debía ocuparse de cosas más importantes.
La verdad es que entendía perfectamente que Luisa deseara corroborar que decía la verdad, cosa que no le molestaba en absoluto y es que era mejor de ese modo. No le preocupaba lo que pudiese descubrir cuando investigaran más afondo, pues no encontraría nada malo o turbio. En cuanto a que no les parecía suficiente su experiencia y por eso le rechazaran, tampoco era grave. Después de todo, tenía su trabajo asegurado en el centro de rehabilitación y es que estaba ahí solo como un favor.
Aquel jovencito la acompaño escaleras arriba, tomando el pasillo a la izquierda hasta detenerse ante unas puertas dobles. Durante el trayecto había permanecido en silencio, más al detenerse la volteo a ver con una mirada entre apenada y con suspicacia.
—¿Eres enfermera, no es así? —le cuestionó de pronto.
—En efecto. ¿Hay algún problema con eso? —decidió indagar, dándose cuenta de que parecía querer decirle algo y no se atrevía a hacerlo.
—No, en absoluto. Solo te deseo suerte ahí adentro —le respondió, siendo más bien críptico.
—Gracias, pero creo que estaré bien. ¿Puedo hacerte una pregunta? —le pidió, tratando de tantear el terreno en que se encontraba.
—Claro —accedió enseguida.
—¿Quién ayuda a asearse a tu hermano?
—Yo y mi otro hermano. Él no permite que nadie más lo haga —le respondió aun cuando no entendía el porqué de su cuestionamiento.
—Ya veo. En ese caso, quédate cerca; tal vez te necesite pronto —le sugirió.
—¡Espera! —exclamo justo cuando se encontraba a punto de abrir la puerta, causando que ella se detuviera de inmediato.
—Debo advertirte que seas muy paciente con él, este proceso no le ha sido nada fácil y necesita de mucho apoyo —le dijo, dejándola con la mano sobre el picaporte de la puerta.
Emma entendió entonces el verdadero problema, lo que ocultaban sus palabras y más importante el camino que tendría que tomar en adelante para tratar con él.
—Si me lo permites, déjeme presentarme sola y ver cómo reacciona a mi presencia —le solicito, adelantándose un poco.
—Está bien. Solo le reiteró que sea paciente. Yo estaré aquí afuera por si algo pasa —le hizo saber y no porque pensara que ella le podría hacer algo; sino más bien se encontraba consciente de que podría necesitar ayuda para defenderse de sus duras palabras de Oliver o hasta que podría salir huyendo en pocos minutos.
Habían tenido enfermeras con más edad y experiencia, las cuales no habían sido capaces de soportarlo. Ella era tan débil, a su parecer, que dudaba que fuese capaz de hacerlo; en especial cuando últimamente se había vuelto más agresivo.
—Descuida, estaré bien —afirmo Emma con aparente convicción al respecto, antes de abrir la puerta y entrar.







