La lluvia caía con una cadencia irregular sobre los ventanales del estudio. Afuera, Madrid dormía con su rostro nublado por las gotas que serpenteaba por los cristales. Dentro, sin embargo, el insomnio tejía telarañas en la mente de Elena.
Se había despertado con el cuerpo tembloroso, el corazón acelerado, y un grito atrapado en la garganta. Aún podía sentir el olor metálico de la sangre que no existía, los pasos que se acercaban por un pasillo que solo vivía en su memoria. Un sueño. Uno más. Uno de esos que ya conocía demasiado bien.Se incorporó lentamente, sintiendo la humedad de su espalda pegada a la camiseta. La sábana estaba hecha un ovillo entre sus piernas, como si hubiese peleado con ella durante la noche. Alejandro no estaba en la cama.Miró el reloj: 3:37 AM.La casa estaba en silencio, pero no en calma.Bajó las escaleras