La noche se había asentado sobre la mansión, y las luces cálidas de la sala apenas iluminaban los pasillos vacíos. Elena se encontraba nuevamente en el estudio, de pie frente al retrato, sumida en sus pensamientos. La calma en el aire era engañosa, como si todo en su interior estuviera bien cuando, en realidad, el caos era total.Alejandro había salido horas antes, dejando la casa en silencio, pero la tensión seguía presente. Cada rincón parecía susurrar su nombre, cada sombra parecía reflejar la imagen de su rostro. Y aunque había logrado avanzar, ella sabía que no podría huir de este lugar, no mientras él estuviera cerca.Un piano comenzó a sonar a lo lejos, una melodía suave que se filtró por las paredes del estudio, irrumpiendo el silencio como una caricia, como una melodía perdida en el tiempo. Era la misma canción. La que siempre había sonado durante sus tardes juntos. La que él tocaba para calmarla, para tranquilizarla cuando las palabras no bastaban.Elena cerró los ojos, deja
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