Lorenzo, fue directo al despacho, Santiago dormía sobre el sofá, con una mano sobre su rostro y otra sobre su abdomen, al abrir la puerta, no pudo evitar retraer de inmediato sus impulsos, por un momento deseo no despertar a Santiago con movimientos bruscos, lo miró por algunos segundos y verlo dormir le provocó paz, una que no lograba experimentar en mucho tiempo.
Caminó hasta él, se arrodilló y estando tan cerca, percibió su aroma, no pudo evitar pensar en lo bien que olía Santiago, su pensamiento fue tan abrupto como su actitud, de prisa se incorporó, se sintió extrañado de lo que su mente pensaba, y guardó silencio por un instante.
—Espero que tú idea de no fastidiar mi sueño, no sea verme de esa forma, por que estas consiguiendo lo contrario —murmuró Santiago, descubrió su rostro y una hermosa sonrisa blanca iluminó su rostro.
—Perdona, vine por ti para llevarte a tú habitación —sus palabras eran titubeantes, sentía que Santiago había leído sus pensamientos y aunque eso era un