Aquella noche había terminado para Blake, este se dirigió a su despacho, se encerró, tratando de encontrar lo que sea que le pudiera dar algo de calma.

Bruno estaba en un camastro en el balcón cubriendo solo su sexo con un boxer ajustado de color blanco, que reflejaba la luz de la luna, a pesar de la lluvia, esa noche era calurosa, y un hombre como Bruno disfrutaba de mantenerse ligero.

—Señorita —dijo Carina, anunciándose, con algo de cautela, Cala no era de su agrado, no después de lo que había dicho sobre el vestido gris y su dueña, al mirarla con ropa nueva, tacones elegantes y los ojos húmedos, una serie de sentimientos se mezclaron en Carina, sintió compasión por la mujer que la miraba con ese intenso color verde, pero al mismo tiempo no podía evitar, sentir rencor.

—Dime Carina —dijo Cala, con algo de mesura, consciente de la mirada de la sirvienta.

—Me enviaron para llevarla a su habitación —dijo Carina, de forma escueta, casi salvaje.

—Es una locura, solo esperé para qu