El silencio que sigue a la explosión de luces es abrumador; es como si el tiempo hubiera detenido su flujo, atrapándonos en un vacío cegador. Mis pulmones luchan por respirar mientras mi cuerpo se siente suspendido en un espacio donde no existe ni el cielo ni la tierra. Por un instante, la sensación de vértigo me invade, pero las manos del Alfa Supremo me sostienen con firmeza, como un ancla que me mantiene a salvo en medio del caos.
Ráfagas de energía nos atraviesan, y cada chispa parece resonar con la voz de la naturaleza misma. Las cuevas están vivas, dialogando con cada uno de nosotros, murmurando secretos que solo el alma puede entender. —¡No te dejes llevar por el miedo, mi Luna! —la voz de mi Alfa rompe el trance, profunda y potente, guiándome de regreso a mí misma—. ¡Estamos atravesando el umbral! ¡Mantente fuerte! La luz comienza a di