Nuestra Luna detiene en seco las miradas curiosas de los lobos. Me observa con un halo de misterio que danza en el aire como un hechizo que parece envolvernos.
—No hace falta que Amet investigue nada, porque mis padres fueron los que descubrieron eso. Hoy quieren reunirse contigo —me informa de inmediato—. Me lo comentaron ayer en la noche, y yo quise ver si era cierto. Y como ves, parece que funciona. —Estaré más tranquilo cuando hable con Dakarai y Amanda. Ustedes también, hermanos, quiero que estén presentes en esa conversación. Debemos entender bien todo. Estamos perdidos en relación a nuestros cachorros. ¡Bravo, chicos! Es realmente impresionante lo que han logrado en poco tiempo —digo, dirigiéndome a todos, quienes me miran sonrientes. —Mi Luna —se adelanta Horacio—, la nana manda a decir que ya todo está listo. —Mu