El frío de la noche me envuelve mientras avanzo hacia mi despacho. Aunque he dejado atrás a mi lobo, su presencia permanece fundida en cada rincón de mi alma. La energía en el aire parece desbordarse de misterio. Amet me espera con esa mirada inquebrantable que siempre consigue desvelar todos mis pensamientos, incluso antes de que yo mismo los comprenda. Los padres de mi Luna ya se encuentran sentados, conversando con Amet.
—Mi Alfa, hemos descubierto algo muy importante y peligroso —dice mi suegra en cuanto me ve—. Los humanos no están bajo el conjuro.Amet y yo nos quedamos mirando a mis suegros con incredulidad. Todos somos una unidad; humanos y lobos forman un solo ser. Solo los Alfas Supremos podemos realizar el conjuro de dualidad, por lo que lo que acaba de decir mi suegra es imposible.—Entonces, señora Amanda, ¿nos está diciendo que el conjuro de sumisión solo afectó