Miro a Paul mientras se acerca después de haber salvado a las chicas. Aún sin poder mirarlo, me siento asustado y lleno de incredulidad. Mis ojos se mantienen fijos en mi pareja y apenas sonrío tímidamente.  

—¡Amor, eres extraordinario! —exclama Paul, y sin más, abre los brazos y me estrecha muy fuerte, emocionado.  

—Pau, no sé lo que me está pasando —digo suavemente, todavía sin poder creer que me han salido alas de la espalda—. ¿Sabías que yo podía hacer eso? ¿Cómo?  

Paul me llena de besos por todo el rostro mientras acaricia mi hermoso y lacio cabello; luego vuelve a abrazarme como si pudiera protegerme de todo mal. Me llevo una mano a la espalda, intentando que el dolor punzante cese, pero lo único que consigo es sentir un leve resplandor que ilumina mi tacto. Las alas son un fenómeno que aún no entie