Me detuve en seco al escucharlo. Un gran nudo se me hizo en la garganta, impidiéndome hablar de inmediato. Di un paso hacia él, me arrodillé frente a él, tomé sus manos mojadas por el sudor y las apreté con fuerza, como si quisiera que entendiera algo más allá de las palabras que pudiera decir.
—¿Pau…? —lloró Alexis, apenas audible, estremeciéndose completamente.—Alexis, escúchame bien. No importa lo que seas. No importa lo que estés descubriendo de ti mismo. Yo te miré desde el principio, más allá de cualquier forma, de cualquier magia o naturaleza. Y lo único que vi fue a la persona que amo —dije con firmeza, abrazándolo fuerte—. ¡No te voy a dejar, amor, no es eso! ¡Tú eres mi mitad!—¿Tu mitad? —preguntó Alexis, separándose de mí—. ¿