El alfa y su beta llegaron al hotel y revisaron todas las cámaras de seguridad. En las grabaciones, observaron el momento exacto en que los vampiros se acercaban a la recepción, sosteniendo algo en sus manos. Ampliaron la imagen y sus ojos se llenaron de asombro al descubrir que se trataba de una revista con la cara de Julieta, la pareja de Horacio. Sin embargo, los trabajadores del hotel aseguraron que no, que ella no se había presentado allí. Era una de las medidas clave implementadas para la protección: jamás proporcionar información sobre los clientes a nadie. Los vieron marcharse, sus siluetas deslizándose con una sospechosa serenidad.

No tardaron mucho en identificar un rastro. Los siguieron, guiándose por ese característico olor pútrido y metálico que siempre dejaban los vampiros. Este los llevó hasta un deteriorado motel ubicado en las afueras de la ciudad, un lugar donde la penumbra parecía esconder secretos oscuros en cada rincón. Allí constataron que aún quedaban dos de ell