Deseaba profundamente que él pudiera alcanzarla allí, en ese encierro que había sido su refugio y su prisión al mismo tiempo. Jacking era el único capaz de cruzar las barreras que se levantaron entre ella y el mundo físico, pero pensar que su energía estaba agotada la llenó de tristeza.
—Me encantaría que vinieras, mi Alfa —susurró apenas. —Lástima que gastaste toda tu energía, sino... —¡Pero si hacemos eso, si consumamos nuestra unión, mi Luna, me voy a llenar de energía! —exclamó Jacking, con un destello de emoción, mientras sentía a Mat alborotado, inquieto en su interior, impaciente por hablar. —¡Vamos, Jacking! Te ayudaré con toda mi energía. Pero no podemos permitir que nuestra Luna se arrepienta. Aunque nos quedemos sin energía, vamos —apremió