El alfa Amat asiente con aprobación, y una renovada determinación se refleja al mirar con orgullo a su hijo Héctor, quien, a pesar de su gran poder, lo ha obedecido. El alfa Supremo los observa al ver que Héctor ha logrado controlarse mejor.
—Es que mi lobo todavía escucha la voz de alfa de mi padre —explica ante su mirada. —Bueno, ya estoy aquí —dice el alfa Supremo, consciente de que debe intervenir en la situación presente—. Alfa Amat, ¿me puedes explicar qué es todo esto? —Mi alfa —Amat se inclina ante el alfa Supremo—. Es que a los miembros de mi manada no les gustó que nuestro Héctor se casara sin nuestro conocimiento. —¿Les explicaste los motivos? —No he tenido tiempo —niega el alfa, inclinando la cabeza—. Traté de hacerlo, pero creo que no interpretaron bi