CAPÍTULO 89 – Entre el cemento y el orgullo

El sol ya estaba alto cuando Alex estacionó su camioneta frente a la obra del proyecto Santa Clara. Eran casi las once de la mañana, dos horas más tarde de la hora pactada para la reunión. Sabía perfectamente que eso molestaría a Gabriel, y en el fondo, esa era su intención. No lo hacía por falta de respeto, sino porque quería dejarle claro que no era su empleado.

Había trabajado demasiado para que ahora quisieran apartarlo. Había invertido meses de esfuerzo, dinero, y sobre todo, reputación. No iba a dejar que Gabriel Fuentes lo corriera como si fuera un simple arquitecto subcontratado.

Mientras descendía del vehículo, respiró profundo. El olor a cemento húmedo, a acero recién cortado y polvo en suspensión le resultaba familiar, casi reconfortante. Era su mundo. Y aunque la cabeza le dolía por la falta de sueño —y por la conversación con Isabella aquella mañana en el parque—, no iba a permitir que nada lo distrajera de su objetivo.

Saludó a