Mundo de ficçãoIniciar sessãoHablar con su madre le había quitado un peso de encima. Isabella se sentía un poco más ligera, como si al fin hubiese compartido la carga que la estaba consumiendo en silencio. Catalina no solo era su madre, sino su refugio. Y saber que la creía, que estaba dispuesta a acompañarla en todo lo que vendría, le devolvía una pizca de serenidad.
Sin embargo, la calma nunca duraba demasiado en su vida.
Apenas cruzó la puerta de su casa, Susy apareció desde el pasillo con una pequeña caja entre las manos.
— Señora Isabella —dijo la mujer con tono respetuoso—, esto lleg&o






