CAPÍTULO 17 — Sonrisas con filo
Isabella admiraba la vista desde el balcón de su habitación: el mar brillaba sereno, y se sentía en paz. Gabriel apareció detrás de ella, ajustándose los puños de la camisa.
— Hoy almorzaremos con uno de los socios del hotel —le dijo, dándole un beso en el hombro—. Valentino Rossi, un viejo amigo de mi infancia. Está aquí con los suyos. ¿Te parece si los acompañamos?
Isabella giró lentamente. — ¿Los suyos? —preguntó, intentando sonar casual.
—Su madre y su novia, creo —respondió Gabriel sin notarlo—. Sería un buen gesto de cortesía. Además, nos vendrá bien salir un poco de nuestra burbuja, ¿no crees?
Ella asintió con una sonrisa leve, aunque su estómago se contrajo. “Camila… y María”, pensó. La coincidencia era demasiada, pero prefirió no decir nada. No quería que Gabriel la viera nerviosa.
Minutos después, caminaban tomados de la mano hacia el restaurante principal. Isabella respiró hondo, tratando de armarse de serenidad. Cuando llegaron, Gabriel salu