CAPÍTULO 108 — La calma que antecede a la tormenta
Isabella se despertó antes que Gabriel, observó por unos segundos su respiración tranquila y agradeció en silencio que, pese a todos los temblores de las últimas semanas, aún podían despertarse juntos.
Gabriel abrió los ojos minutos después, como si su cuerpo hubiera sentido la mirada de ella.
— Buen día, amor —murmuró, estirando un brazo para atraerla a su pecho.
— Buen día —respondió ella, entregándose al abrazo.
Este Sábado Gabriel tenía un compromiso laboral en la zona costera, donde empezaría la construcción del primero de varios edificios del nuevo proyecto. No era una reunión larga ni especialmente complicada, pero para él era importante que Isabella lo acompañara. Lo había dicho con tanta ilusión, que ella no pudo negarse.
— Podríamos aprovechar para pasar la tarde en la playa —sugirió él mientras se preparaban—. Y tener un día solo para nosotros.
— Me parece perfecto —sonrió Isabella, aunque en el fondo un nudo silencioso seg