Corazón o cabeza (3era. Parte)
El mismo día
Londres
Matthew
Alguna vez escuché decir que el destino tiene sus propias reglas… pero lo que nadie te advierte es lo cruel que puede llegar a ser cuando decide divertirse contigo. No es justo, no es lógico, ni siquiera tiene la decencia de anunciarse. Simplemente aparece. Te lanza sin aviso al vacío, te empuja al borde del abismo y se queda ahí, cómodo, viéndote caer mientras tú apenas entiendes qué carajo pasó.
Y lo peor es que lo hace con saña. Con ese humor retorcido que mezcla el deseo con el castigo. La pasión con la maldición. Uno puede correr, esconderse, fingir que tiene el control… pero el destino es paciente. Espera el momento justo para darte el zarpazo, ahí, donde más te duele. Justo cuando crees que tienes todo resuelto.
Hasta hace unas horas, yo también me creía invulnerable. Fiscal de la ciudad, temido en los estrados, intocable en los pasillos de justicia. De día, el verdugo implacable. De noche… un hombre que encontraba algo más que placer en una mujer s