Tres días después

Londres

Rachel

Una de las frases favoritas de Dustin —y la más hipócrita de todas— era: “quien te hace llorar es quien te ama.” En su momento pensé que era solo otra excusa barata para justificar sus infidelidades. Una manera cobarde de mirarme a los ojos mientras me mentía con descaro. Pero con el tiempo, con la distancia que da el dolor, entendí algo aún más cruel: la mayoría de nuestras heridas profundas vienen de quienes más queremos. De quienes dejamos entrar. De quienes, estúpidamente, creemos incapaces de hacernos daño.

Y eso… juro que te rompe por dentro. Te sientes idiota. Estúpida. Como si todo tu instinto fuera una broma pesada. Como si el mundo se burlara en tu cara. Y tienes ganas de gritar hasta quedarte sin voz. De desaparecer con un chasquido. Porque hay dolores que no solo te duelen… te asfixian.

Y sí, el imbécil tenía razón, porque justo cuando pensé que podía volver a confiar, que por fin podía respirar con alguien al lado, mi mundo se derrumbó de