Pronto llegó el gran día.
La boda de Anahí y Alfonso no era solo una ceremonia; era la promesa de un nuevo comienzo, la esperanza de un corazón que alguna vez se rompió y aprendió a amar de nuevo.
Anahí se miró al espejo con los ojos ligeramente empañados por la emoción.
Llevaba un vestido de novia hermoso, de corte clásico, con encaje en las mangas y una caída suave como sus sueños.
Darina, la ayudó a colocarse el velo.
—Estás hermosa, Anahí. Como una princesa —susurró.
—Gracias… gracias por no soltarme nunca, por ser mi amiga.
Darina la abrazó.
Cuando salieron de la habitación, Freddy, vestido como un pequeño caballero, brincó feliz al verlas.
—¡Mami! ¡Estás muy bonita! ¡Pareces un ángel!
Anahí se inclinó y lo abrazó fuerte, conteniendo las lágrimas.
Afuera, el chofer los esperaba. El aire estaba lleno de flores, murmullos, y una anticipación que se respiraba como perfume.
***
En la iglesia, Alfonso esperaba frente al altar. Su corazón latía desbocado, y sus manos, escondidas tras la