—¡Nunca! —exclamó Demetrio, su voz resonando con una fuerza que llenó el aire de tensión. La furia ardía en su interior, y algo en su mirada había cambiado.
Ya no era el hombre tranquilo y sereno que Melody conocía; ahora, su rostro estaba marcado por el enojo y la desesperación.
La preocupación se apoderó de ella al ver cómo su esposo, normalmente tan controlado, se transformaba en una tormenta de emociones.
Melody entró en la habitación y vio a Demetrio empujando a su hermano Enzo hacia la salida, su rabia palpable en cada movimiento.
Enzo, sorprendido y herido, no pudo decir nada, ya que la puerta se cerró de golpe frente a él, dejándolo fuera de la escena, incapaz de defenderse.
El silencio que siguió fue abrumador, lleno de un peso que parecía aplastar el aire a su alrededor.
—¿Demetrio? ¿Qué está pasando? —preguntó Melody, su voz temblando ligeramente mientras se acercaba, sintiendo una mezcla de miedo y confusión. La situación se sentía como un precipicio, y no sabía si debía sa