“Enzo lo recordó todo, cada pequeño detalle de aquella noche que cambió su vida para siempre.
Era un chico rebelde, siempre buscando la forma de desafiar las reglas y vivir al límite. Aquella noche no fue diferente; el ambiente en el bar era electrizante, lleno de risas y música estruendosa.
Estaba rodeado de sus amigos, pero sabía que no tenía permiso para estar allí.
Sin embargo, eso era lo de menos. La adrenalina corría por sus venas y la idea de ser el futuro CEO de Dalton Company lo hacía sentir invencible.
Lanzó dinero al suelo,
—¡Traigan botellas de champán y mujeres que bailen! exclamó, con una risa descontrolada que resonaba en el aire.
—¡Soy el futuro CEO de Dalton Company!
Sus palabras se mezclaban con la música, y los hombres del bar, atraídos por el brillo del dinero, se apresuraron a atender su pedido.
Sus cuatro amigos estaban en la sala privada, disfrutando de la fiesta.
El gerente del bar, visiblemente nervioso, entró en la habitación. Con una voz temblorosa, le di