Cuando su amor fue bendecido, el momento culminante finalmente llegó: los esposos se dieron un beso, un gesto cargado de significado y promesas. La sala estalló en aplausos, resonando en el aire como una celebración de la felicidad compartida. Nelly acarició con ternura el rostro de su esposo, sus ojos brillando con amor y emoción.
—¡Te amo! —exclamó, su voz vibrante y llena de pasión.
—Oh, Nelly, te amo. Soy tan feliz —respondió él, su tono lleno de sinceridad, como si cada palabra fuera un eco de su corazón.
Salieron tomados de la mano, sintiendo que el mundo a su alrededor se desvanecía en un mar de alegría. Todos los presentes aplaudieron, sus sonrisas reflejando la felicidad de la pareja. Era un momento mágico, uno que quedaría grabado en sus corazones para siempre.
La celebración continuó en un salón del centro de la ciudad, un lugar elegante que parecía sacado de un cuento de hadas. Las luces brillaban suavemente, creando un ambiente romántico y acogedor. Los novios danzaron el