—¡¿Qué has dicho?! —exclamó Alexis, con la voz quebrada, como si de pronto el suelo se desmoronara bajo sus pies.
—¡Orla, no mientas por Melody! —gritó Tessa, desesperada, aferrándose a las últimas hebras de control.
Orla levantó en alto la hoja que tenía entre sus manos, con la firmeza de quien sostiene un arma letal. Su mirada ardía de indignación, pero también de justicia.
—¡Esta es la prueba, Tessa, y mejor cállate! —su voz retumbó como un trueno—. Aquí está escrito, con claridad, que Melody es tu hija, Alexis, tu hija de sangre. Esta es una prueba de ADN que realicé yo misma. No confié en rumores ni en palabras vacías. Tomé tu cepillo de dientes, recogí algunos cabellos tuyos y los comparé con la muestra de Melody. Cuando vi el resultado, no lo podía creer… Mi corazón ya lo sabía, pero necesitaba confirmarlo. Así que hice una segunda prueba para demostrar de una buena vez si Melody es o no mi sobrina. Y ahora no queda ninguna duda. Melody es tu hija.
Sienna, que hasta ese momento